La depresión afecta aproximadamente 280 millones de personas en todo el mundo, cosa que la convierte en un importante problema de salud pública (1). Los síntomas descritos al Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales incluyen tristeza, alteraciones del sueño, cambios en los niveles de hambre y energía, ideación suicida, anhedonia y disminución del interés (2). La combinación de psicoterapia y antidepresivos parece que es la forma más eficaz de reducir estos síntomas (3). Aun así, la mayoría de estos tratamientos farmacológicos tienen una baja tasa de eficacia y respuesta, con algunos efectos secundarios adversos, como sensación de entumecimiento y pérdida de vínculo, dificultades sexuales, reducción de los sentimientos positivos, aumento de peso, entre otros (4), tardando varias semanas a producir reacciones positivas (5).
El trastorno depresivo resistente al tratamiento (TRD) no tiene una definición universalmente aceptada, pero Nierenberg y Ámsterdam (1990) lo definen como una condición en que fracasan al menos dos tratamientos estándares (6). Con el aumento de la prevalencia de los trastornos mentales y las limitaciones de los tratamientos convencionales, los investigadores exploran el potencial de los psicodélicos desde la década de 1950. Estas sustancias parecen abordar algunos retos asociados a los antidepresivos tradicionales.
En primer lugar, los psicodélicos tienden a producir menos efectos secundarios y más transitorios, como náuseas, hipertensión y aumento del ritmo cardíaco, que suelen tolerarse bien y pocas veces persisten más allá de la duración de los efectos de la sustancia. Además, mientras que los antidepresivos suelen requerir un uso prolongado para conseguir resultados terapéuticos, la terapia asistida con psicodélicos ha demostrado resultados positivos después de solo unas cuántas sesiones (7).
Igualmente, los psicodélicos parecen promover la neuroplasticidad –la capacidad del sistema nervioso para reestructurarse y adaptarse a los cambios de su entorno–, un proceso crucial para el aprendizaje y la memoria (8). Esta neuroplasticidad puede contribuir a mejoras significativas en personas con trastornos mentales diversos.
En este sentido, cuando se combinan con psicoterapia, los psicodélicos son prometedores en el tratamiento de la depresión, la ansiedad, la adicción y el trastorno de estrés postraumático (TEPT) (9).
Entre los psicodélicos serotoninérgicos – como la psilocibina, el LSD y la DMT – destaca la psilocibina, una triptamina natural que se encuentra en ciertas especies de hongos (10). Las investigaciones indican que su eficacia para reducir los síntomas depresivos es comparable a la de la escitalopram, un antidepresivo muy recetado (3). La psilocibina interactúa con los receptores de serotonina, alterando la dinámica cerebral y la conectividad funcional (11), así como las distorsiones visuales y auditivas, la alteración de la conciencia y los cambios en la percepción de un mismo, del tiempo y del entorno ( 3). La psilocibina tiene un perfil de toxicidad bajo, efectos adversos mínimos y un bajo potencial de abuso, hecho que la convierte en uno de los psicodélicos más seguros estudiados (11). Junto a esto, parece que la psilocibina provoca experiencias místicas, que se pueden definir como «pérdida de los límites del ego y sentimientos profundos de sentido personal y significado espiritual» (3). Se ha demostrado que la aparición de este tipo de experiencias está relacionada con cambios positivos a largo plazo, como por ejemplo una apertura más grande y una mejora de los síntomas depresivos (12).
Terapia asistida con psilocibina
La mayoría de los ensayos clínicos que utilizan la terapia asistida con psicodélicos se basan en el mismo modelo, con algunas sesiones de preparación, seguidas de las sesiones de dosificación, acabando con la integración. Según The Yale Manual for Psilocybin-assisted Therapy of Depression (13), las primeras sesiones de preparación sirven para establecer la alianza con los participantes, conocer los antecedentes y educarlos sobre el proceso psicodélico. Los terapeutas también abordan las expectativas para la sesión de medicación, revisan detalles prácticos como por ejemplo la duración de la sesión y la música, establecen los límites de la interacción y discuten los protocolos de seguridad. Las sesiones de medicación suelen durar 8 horas y se desarrollan en uno en torno a apoyo preparado con cuidado, que fomenta la concentración interior y la exploración emocional. Los terapeutas crean un espacio cálido y acogedor con música y máscaras oculares, manteniendo una presencia no directiva, ofreciendo apoyo y técnicas de arraigo según haga falta. Se guía los participantes para que traten sus experiencias con apertura y curiosidad, incluso cuando se enfrentan a emociones difíciles. Los protocolos de seguridad garantizan el bienestar físico y emocional, cosa que permite que la sesión facilite la comprensión profunda y los cambios de perspectiva. Finalmente, las sesiones de integración hacen énfasis en la reflexión sobre la experiencia del participante, en uso de las percepciones, y animan a adoptar comportamientos con el objetivo de superar la depresión.
Eficacia
Varios estudios destacan los efectos rápidos y duraderos de la psilocibina sobre los síntomas depresivos. Dawood Hristova y Pérez-Jover (2023) y Johnson y Griffiths (2017) encontraron reducciones en los síntomas de depresión y ansiedad en algunos casos tan pronto como un día después de la administración, con efectos persistentes en el tiempo (7, 14). Griffiths et al. (2016) demostraron mejoras en la calidad de vida, el sentido de la vida y la aceptación de la muerte entre pacientes con cáncer potencialmente mortal (15). Además, Griffiths et al. (2006) informaron de cambios positivos significativos en actitudes y comportamientos entre individuos que tuvieron experiencias místicas inducidas por psilocibina (16).
Cuando se comparan con la terapia asistida con ketamina, tanto la psilocibina como la ketamina ofrecen enfoques rápidos y transformadores para tratar la depresión actuando sobre la *neuroplasticitat y alterando los circuitos neuronales (17). Sin embargo, la ketamina produce efectos antidepresivos más rápidos, a menudo proporcionando alivio en cuestión de horas, cosa que la hace especialmente eficaz para estados agudos como episodios depresivos graves e ideación suicida. Además, la menor duración de acción de la *ketamina, que suele durar entre 45 minutos y 1 hora, hace que sea más adaptable para utilizarla en entornos clínicos, donde se integra a la atención psiquiátrica tradicional (18).
Estos estudios subrayaron la importancia d‟una alianza terapéutica de apoyo y de entornos controlados y confortables para garantizar resultados positivos.
Conclusión
La terapia psicodélica asistida representa un cambio de paradigma en el tratamiento de la depresión, particularmente para individuos que no responden a las intervenciones farmacológicas tradicionales (9). La psilocibina se encuentra actualmente en ensayos de fase 3 para la depresión resistente al tratamiento, cosa que nos acerca a un adelanto médico revolucionario (19).
A pesar de que la terapia asistida con psilocibina todavía no está legalmente disponible en la Clínica Synaptica, nuestro compromiso con la investigación garantiza que nos mantengamos en vanguardia de los tratamientos innovadores de salud mental.
Referencias
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